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La canonización de las 16 Carmelitas Mártires de Compiègne 



El 18 de diciembre el Papa Francisco firmó el decreto de la canonización de nuestras 16 Carmelitas Mártires de Compiègne. Lo hizo de forma equipolente o equivalente (aequipollens canonizatio). Es decir, reconociendo y autorizando el culto público y universal, sin necesidad de solicitar la aprobación de un milagro. Lo había anunciado ya el 22 de febrero del 2022. Se esperaba ya la fecha. Por fin, ha llegado. Invocamos a nuestras Hermanas Mártires como Santas. Habían sido beatificadas por San Pío X el 27 de mayo de 1906.

Nuestras 16 Hermanas Carmelitas del monasterio de Compiègne, Francia, fueron guillotinadas por su “fanatismo religioso” el 17 de julio de 1794 durante la Revolución Francesa. Coincidiendo con el período más cruel, fueron apresadas en su ciudad. No sabiendo qué hacer con ellas, el Comité Revolucionario las envíó a la prisión de la Conserjería de Paris. La víspera de ser llevadas al patíbulo las Monjas celebraron en la prisión un cumpleaños comunitario. La priora, M. Teresa de San Agustín, compuso una poesía con el estribillo “El amor triunfará siempre” (= L’amour sera toujours vainqueur).

En la prisión también pronunciaron el voto comunitario del martirio por la paz del país. Subieron al cadalso vestidas con el hábito carmelitano. Cuando vinieron a recogerlas para conducirlas a la muerte sus vestidos civiles estaban en el secador de la colada. Durante el traslado por las calles de Paris en una carreta a la guillotina de la Barrière-du-Trône las Carmelitas iban recitando salmos, cantando la Salve Regina. Esta actitud y su entereza serena en el cadalso conmovió tanto a la población que una semana después se resquebrajó el Período del Terror con la caída de Robespierre, que fue guillotinado. Sus cuerpos fueron arrojados en una fosa común del cementerio parisino de Picpus, como recuerda allí una lápida.

Nuestras Mártires Carmelitas han tenido mucha fortuna literaria. Gertrud von Le Fort (1876-1932) escribió en 1932 la novela “La última en el cadalso” (Die Letzte am Schafott). Es una novela histórica sobre nuestras Mártires que sublima el miedo a la muerte de la novicia Blanca de la Fuerza (Blanche de la Force). Pero, por ejemplo, la M. María de la Encarnación no murió mártir. Se encontraba en Paris por motivos familiares cuando fue apresada la comunidad. Sobre esta novela alemana Georges Bernanos (1888-1948) escribió sus “Diálogos Carmelitas”, que se publicaron en 1949. En 1952 la obra conoció su puesta en escena teatral. En 1957 se estrenó la versión operística de Francis Poulenc (1899-1963) en la Scala de Milán. En Monte Carlo conocí bien a Rosanna Carteri, grande diva de aquellos tiempos, que había interpretado el papel principal en la función scaligera. Un momento de grande lirismo vocal es el Ave María a cuatro voces. En los teatros alemanes se canta la ópera en su traducción germana.

Hay dos versiones cinematográficas de nuestras Mártires. La primera, de 1960, es con la dirección de Philippe Agostini y P. Bruckberger, OP, con Jeanne Moreau y Alida Valli. En la segunda, más reciente, la sobrina de Bernanos encarna el papel protagonista.

Una buena base histórica de nuestras Carmelitas Mártires ofrece el libro “Le sang du Carmel ou la vértitable passion des seize Carmélites de Compiègne” del P. Bruno de Jesús María (Paris, 1954). Igualmente, importante es el relato de la M. María de la Encarnación, que no murió mártir y recogió datos sobre el martirio y objetos que sus Hermanas Carmelitas fueron soltando desde su carruaje al público durante el traslado a la guillotina.

Como mensaje de actualidad de nuestras Carmelitas Mártires yo escogería el estribillo del teatrillo conventual: “El amor saldrá siempre triunfador”. Lo recordó el Papa Juan Pablo I Luciani en su última alocución del Angelus a los peregrinos congregados en la plaza de San Pedro el 24 de septiembre de 1978. Esta frase, pronunciada en los momentos más recios del Período del Terror, con el odio y con los desprecios más violentos a las personas creyentes, parece el eco de aquella consigna sanjuanista: “Donde no hay amor, ponga amor y sacará amor”.

                                                                                         Dámaso Zuazua, ocd,






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